El burlador de Tirso, es una comedia en
dos partes de Héctor Mendoza, que como explica una nota, cuanta con citas
alteradas de El Burlador de Sevilla
de Tirso de Molina, así como el uso libérrimo de una idea de George Bernard
Shaw. La obra es interesante y aporta mucho a la didáctica del teatro, es como
condensar un curso de teoría teatral en escena, que aporta no solo a la
actuación sino al trabajo de dirección. Lo que veremos en el escenario serán
varios ensayos de una puesta en escena del Burlador
de Sevilla, aunque esta cuanta con algunos cambios al final por parte del
director, cambios hechos en la búsqueda de reinterpretar y apropiarse del texto
dramático.
Hablamos de un ejercicio
metateatral, en el que el teatro habla del teatro, y en el que veremos un texto
de la puesta en escena como algo a medio camino del texto espectacular, algo
inconcluso que va tomando forma y a la vista del espectador. La obra plantea la
puesta en escena de los clásicos, su valor como textos originales e
inmodificables y su reinterpretación para el público contemporáneo. El problema
quizá radica en que los diálogos son sumamente largos, un poco lejanos a un
público poco instruido en teorías teatrales, la acción es casi nula, las
escenas parecen demasiado estáticas, ya que son poco los momentos en que en
realidad se lleva a escena al famoso don Juan de Tirso.
Antonio Tordera menciona, en Teoría y técnica del análisis teatral,
que la función del teatro consiste en situar un drama en el espacio, en este
caso la realidad de la escena es el espacio del teatro, su escenario y las
bambalinas, pero este espacio escénico bien puede cambiarse en esta obra, y así
confirmaría que la voz del actor puede lograr situar el espacio, ya que todo el
peso cae en ella. También es notable la importancia de la reinterpretación del
texto dramático para lograr la producción del espectáculo, en este caso el
espectador puede ver escenificado ese proceso e incluso las diferentes lecturas
de un texto tan conocido y que en apariencia no podrían revelar nada nuevo,
esto se puede ejemplificar claramente con los tres don Juanes y los ejercicios
finales de improvisación.
En lo personal no me gustaría
ver una puesta en escena de esta obra, considero importante el manejo de luces
para los cambios de ambiente, es un código importante para Mendoza, al igual
que el discurso, aunque me parece muy densa en cuanto al contenido ya en una
puesta espectacular. Los espacios son limitados y los pasajes de la obra de
Tirso la pueden alargar demasiado. Esta visión de los alumnos poco brillantes
como discípulos del gran director me parecen un juego más de las relaciones de
poder, que menciona el mismo personaje, pero que al final resulta para mi gusto
demasiado chocante si se le suman unos personajes femeninos muy sosos y unos
alumnos demasiado novatos.
Has identificado a la perfección los puntos flojos del texto. Algo que me la atención es pensar que antes de actuar, los actores deben captar el sentido del texto, pero esa comprensión debe ser compartida y colectiva... algo que no hacemos (ni debemos) en clase; pero para una puesta en escena, ese convenio, orquestado "a la fuerza" por el director es necesario.
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