viernes, 22 de noviembre de 2013

Su alteza Serenísima de José Fuentes Mares





 A razón del 28 aniversario del Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares, es que se presentó su obra Su alteza serenísima. En la que el escritor nos propone un Antonio López de Santa Anna en decadencia, que ante su destitución como presidente se niega a aceptar la pérdida del país en el exilio y, en total evasión, se dedica a dictarle a Jiménez sus memorias que incluyen días más gloriosos.


            Santa Anna está completamente deschavetado, es el personaje histórico al que se le trae a colación a través del mito. Fuentes Mares lo desdibuja a través de la parodia, y no es que cambie el personaje, pero si lo destaca por las cualidades negativas. Su alteza serenísima o su altísima serenísima, como por ahí dijeron, es la burla que se hace llamar el “Defensor de la patria.”
            Estamos pues ante la representación de la tiranía, no por nada él mismo Santa Anna se compara con Napoleón. Y es que la historia es efectivamente un drama, en el que nuestro héroe perdió la mitad del territorio, perdió la presidencia, perdió el respeto y lo único que le interesa es hacerse del poder, el pueblo es lo de menos. Esos que no saben manejar el país, ese pueblo como Petra, que tiene más lucidez que todos en esa casa.

            Jiménez escribe la historia, una historia distorsionada que nada se apega a los hechos verdaderos. Las memorias de Santa Anna son un montón de hechos dispersos, rehechos, incompletos como el protagonista y como su “mano derecha”, y es que literalmente al personaje le falta el brazo izquierdo. Nuestros sistemas están mancos y cojos.
            Me declaro una completa desconocedora de la obra teatral de este gran escritor, por lo que fue muy grato descubrir un texto espectacular divertido, ligero y sumamente crítico. Aunque la acústica del teatro no era la mejor, y en ocasiones las risas no me permitían escuchar bien los diálogos, me entusiasmó que el público se involucrara con la obra. El trabajo de Perla de la Rosa como directora se destaca, sobre todo al actualizar el texto con referencias políticas actuales muy pertinentes.


            Claro está que hubo unas actuaciones mejores que otras, sobre todo las femeninas, que como Lola y Petra me hicieron reír mucho. El mobiliario fue escaso, pero funcional, permitió centrarse en los diálogos inteligentes y con bastantes referencias históricas, no sé puede negar tampoco el trabajo de historiador de Fuentes Mares. El mayor peso en la actuaciones está a cargo del Santa Anna, que con su pata de palo se la pasa dando tumbos por aquí y por allá, y que no deja de hacernos reír por más de una hora. 




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