Águila y sol
es una obra escrita por Sabina Berman y publicada en 1984. La obra habla sobre
algunos sucesos ocurridos desde la llegada de los españoles hasta la muerte del
emperador Moctezuma. En la edición de Editores Mexicanos Unidos se menciona su
fundamentación en la Visión de los
vencidos, además da cuenta de su carácter simbólico. Respecto a una puesta
en escena, se menciona que se llevó a cabo con solo siete actores y en un
espacio teatral muy reducido.
Dado que está fundamentada en las
crónicas, hay que recordar que estamos ante hechos más literarios que
históricos, por lo que se trata de una especie de historia alternativa de los
hechos. Berman logra replantearse los pasajes de la historia en escenas cortas
(cuadros), para representar un texto dramático (TD) paródico e hilarante, pero
sumamente crítico e innovador, sobre todo, respecto a otras obras de teatro con
esta temática.
El TD no es anecdótico, sino que
hace evidente el mito que prevalece a través de la historia, solo que actualiza
por medio de las formas del diálogo dramático. Un ejemplo de lo anterior es en
las escenas de teatro callejero, en la que los cómicos al burlarse de todo, echan
por tierra las versiones hegemónicas, es como si el pasado fuese un albur. Lo
simbólico también es rescatado en la escena de Tezcatlipoca, cuando aparece
como un borracho y discute con los magos los sucesos en Tenochtitlán. La muerte
de los cholultecas no es más que una onomatopeya: pum, dice Cortés.
Berman hace un juego con la
identidad y la religión, busca acercarnos a una verdad diferente que pone en
tela de juicio los prejuicios y las verdades absolutas de los mexicanos. Cortés
siempre habla otro idioma, el del extranjero, nunca le entendemos, ni siquiera cuando
habla latín durante los “Bautismos”, porque siempre hay una especie de distorsión
y de desencuentro. Hay un narrador que le cuenta al público la historia, la
misma Malinche es narradora, aunque en muchos casos esto resulta completamente innecesario.
La historia de los mexicanos, la
misma identidad, está llena de huecos y vacíos, los hechos pueden ser
verosímiles pero indemostrables. Berman argumenta a través del mariachi, de la
Llorona, pero todas nuestras certezas se pierden, son tan indemostrables como
el desorejado o el hombre de dos cabezas que dialogan con Moctezuma.
En cuanto a la “Escritura, dicción y
ficción dramática” (García Barrientos, 2007), la obra de Berman tiene muy pocas
acotaciones, la mayoría del tipo técnicas, dando mucha libertad al texto
espectacular. Hay un narrador que llena los vacíos como a través de un
monólogo. En un principio el lenguaje parecería formal a través de este
narrador, pero poco a poco el lenguaje se convierte en informal y lleno de registros.
Está presente la metateatralidad, ya
que hay una tarima para el espectáculo callejero y también para la
escenificación de la misa bautismal. Los cuadros representan muchos espacios, no
hay una jerarquía en las acciones, además de que se juega con la escenificación
de lo no escenificado a través del diálogo. Las formas de construcción son
abiertas y me parece un tipo de drama completamente de acción.
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